Está situado en la
calle Santa Ana número 34, este convento se fundó por la Orden de Carmelitas
Descalzas en Paterna del Campo trasladándose a Sevilla en 1564, aunque en su
actual edificio se encuentran desde 1606 por petición expresa de Fray Alonso de
Bohórquez, provincial del Carmelo en esa época, antes de este traslado
estuvieron residiendo en unas casas de la calle Rosario.
Su fachada es muy
sobria y cuenta con su acceso principal inacabado, aunque se mantienen las adarajas
a las que se pegaría la decoración de la portada. A la derecha se encuentra el
retablo cerámico de Santa Ana y la Virgen, para conmemorar el IV centenario de
su fundación. Es un edificio en el que las distintas dependencias se articulan
alrededor del claustro principal, es de dos plantas con arquerías sobre
columnas de mármol que proporcionan la luz a todas las estancias. Si esta parte
es interesante no lo es menos su Iglesia, fue construida a principios del XVII es
de una sola nave, como suele ser habitual en este tipo de edificaciones
conventuales, cuenta con bóveda de cañón y arcos fajones y lunetos, con una interesante decoración de yeserías, a los pies
se sitúa el coro y la clausura, se accede también desde un pequeño patio y lo primero que nos encontramos es una pequeña galería en la que se encuentra el torno, a continuación antes de entrar en la sacristía, hay una Dolorosa en una vitrina, anunciando que ya podemos entrar a la Iglesia.
El retablo mayor es
barroco del siglo XVII, anteriormente se encontraba en el desaparecido convento
de la Encarnación de Belén que estaba en la Alameda, el retablo anterior que se encontraba
originalmente se trasladó a la iglesia de Badolatosa y fue destruido por un
incendio. El actual de Fernando de Barahona data de 1675, cuenta con dos
cuerpos, ático y tres calles separadas por columnas salomónicas, una decoración
eucarística a base de pámpanos y diversos emblemas de la Orden y una policromía
en la que sobresalen los tonos verdes y dorados, lo preside el camarín con la
Virgen del Carmen, imagen del siglo XVIII, está flanqueada por San José con el
Niño y San Joaquín con el cordero.
En el segundo cuerpo vemos en el grupo escultórico de Santa Ana instruyendo a la Virgen niña, una extraordinaria
obra de 1627 realizada por Martínez Montañés, buena prueba de ello es la cabeza
de la Virgen, a ambos lados los profetas Elías y Eliseo muy vinculados
tradicionalmente con la Orden del Carmelo, en el ático aparece el relieve de la
Encarnación, que evidencia el origen del retablo, el convento de la Encarnación
de Belén.
A la izquierda del
presbiterio se encuentra el retablo de Jesús atado a la columna, una imagen
atribuida a Pedro Roldán por la firma que apareció en la peana al restaurarlo,
en el ático nos encontramos con un Crucificado de autoría desconocida.
Siguiendo ese testero
nos encontramos con magnifico e interesante cuadro del XVIII de Andrés Rubira
aunque algunos se la atribuyen a Juan de Espinal, la Visión del Profeta Elías,
en el que Jesucristo le entrega la palma del martirio y la corona de flores de
santidad, es una obra de un gran colorido y movimiento.
Y ya en los pies de
la nave vemos la reja de la clausura y a ambos lados los comulgatorios, por los
cuales reciben al Señor en la comunión.
El coro es una estancia de una gran
blancura con una bóveda adornada por yeserías de cartones recortados con
motivos del águila y la cruz de San Juan, en el muro principal se encuentra una
pintura de la Virgen de Guadalupe fechada en 1721 y un retablo rococó con la
imagen del Niño Jesús. Por otro lado, en la Sala Capitular hay una imagen barroca
de un Crucificado, realizado en cartón encolado.
En el testero derecho
nos encontramos con el retablo de la Virgen de la Estrella, una magnifica
imagen realizada hacia 1600, atribuida a Juan de Oviedo aunque por sus rasgos también podría pertenecer a las manos de Juan de Mesa, se encuentra
flanqueada por la fundadora de la Orden Santa Teresa de Jesús y Santa María
Magdalena de Pazzis, aunque ésta en el momento de realizar la visita, no se
encontraba en su lugar, quizás estuviera siendo restaurada. En el ático se
puede ver en el centro un relieve de la Anunciación y a ambos lados la
Inmaculada y el Niño Jesús.
Tras el cancel de
entrada vemos el retablo del XVIII por el estilo rocalla que lo decora, dedicado
a San Juan Evangelista, una imagen de 1630 de Francisco de Ocampo, aparece con
sus atributos habituales, el águila y la pluma en el momento de escribir el
Apocalipsis en la isla griega de Patmos, en este lugar es dónde tuvo su
encuentro con Jesús, el águila se encuentra delante de él pero lo tapa la lámpara.
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