Está situada en la calle Alfonso XII, nº
3 de Sevilla.
El horario de misas es:
Lunes a Viernes: 13:00 y 20:00 horas.
Sábado: 13:00 y 20:00 horas.
Domingos: 12:00, 13:00 y 20:00 horas.
La Iglesia es parte del antiguo Hospital
de San Antonio Abad fundado en 1366 por la Orden hospitalaria de San Antón,
hasta que en 1719 deciden demolerlo por el estado ruinoso en el que se
encontraba y levantar el nuevo templo en 1727 adosándole la capilla de Jesús
Nazareno, todo ello lo realizó el arquitecto Diego Antonio Díaz. Hoy es la sede
de la Hermandad Madre y Maestra del Silencio, todo un ejemplo de la Semana
Santa sevillana por la seriedad, orden y recogimiento de sus hermanos.
Por ello hablar de la Iglesia de San
Antonio Abad es hablar de la Hermandad del Silencio o mejor dicho de la
Hermandad de la Santa Cruz de Jerusalén, fundada en 1340 en la Iglesia de Omnium
Sanctorum, bajo el nombre de Hermandad del Dulcísimo Jesús Nazareno y la
Virgen Santa María con San Juan, para la asistencia y socorro de los más
necesitados y proveer de dote a las doncellas casaderas pobres en trance de
casamiento.
Su primera salida procesional la realiza
el 14 de abril de 1356 desde la ermita de San Antón, lugar en el que tenía su
sede en esa época, a la ermita de San Lázaro a extramuros de la ciudad. Sus
penitentes lucían túnicas de lienzo basto de color morado, ceñida a la cintura
por una soga de esparto, la cabeza la cubrían con una peluca de cáñamo y una
corona de espinas, manteniendo descubierta la cara y los pies descalzos,
emulando a Jesús en el camino del Calvario, portando cada uno de ellos una
pesada cruz.
Posteriormente, en 1546, la Corporación
pasa al Hospital de las Cinco Llagas, hasta que en 1574 ocupa el Hospital de la
Santa Cruz de Jerusalén, conocido como Casa de Convalecientes, situado en lo
que hoy conocemos como calle Rioja. En este lugar se redactan sus nuevas Reglas
siendo su Hermano Mayor el escritor Mateo Alemán, estableciendo que la Santa
Cruz de Jerusalén sería objeto de culto, presidiendo la función principal y su
estación de penitencia se realizaría visitando los distintos Sagrarios de la
collación, cinco en total.
Bajo el mismo mandato de Mateo Alemán,
adquieren por acuerdo suscrito con la Orden Hospitalaria de San Antón, la
capilla del Santo Crucifijo, anexa al convento, estableciéndose como sede
canónica. Se renuevan las Reglas y se establecen las obras de caridad entre los
menesterosos y el rescate de los presos de la Cárcel Real, siendo aprobadas en
1578 e ilustradas por Francisco Pacheco.
Más tarde su nuevo Hermano Mayor, Tomás
Pérez, entallador de la Casa de la Moneda, cuyo mandato fue el más duradero de
la historia de la Hermandad, desde 1595 hasta su fallecimiento en 1635,
cuarenta años, proclaman el 29 de septiembre de 1615, la defensa del Dogma
Inmaculista, haciendo Voto solemne y Juramento de creer, proclamar y defender
con su sangre si fuera preciso, que María Santísima, Madre de Dios y Señora
Nuestra, fue concebida sin pecado original, por haber sido cuestionada por la
Orden dominica y defendida por los franciscanos dos años antes.
Bajo este mandato se adquiere la imagen
de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una obra realizada por Francisco de Ocampo,
tallada en madera de cedro y anatomizada en 1609. En 1627 funda en la antigua
calle de las Palmas, actual calle Jesús del Gran Poder, el asilo Amparo de
Venerables Sacerdotes, para acoger a aquellos clérigos sin recursos, cuyo
patrocinio correría a cargo de la Hermandad gremial de San Lucas, que
congregaba a pintores, escultores y doradores, como agradecimiento por haberles
concedido establecerse en una capilla lateral del templo.
En 1636 recibe como regalo la cruz de
carey con la que procesiona el Nazareno, un regalo otorgado por los caballeros
Carvajal, residentes en Méjico.
Como curiosidad en 1661 se estable en sus
Reglas el privilegio para que el Hermano Mayor lleve colgando del cuello la
llave del Sagrario.
Años más tarde, en 1674, la Hermandad de
Cordoneros de Redes se establece en el templo con capilla, para lo cual le
encargan a Francisco Ruiz Gijón la imagen de San Antón Abad para mostrarse en
el Retablo Mayor.
Al extinguirse la Orden Hospitalaria de
San Antón, el Rey Carlos IV le otorga a la Hermandad el dominio y propiedad de
la Iglesia de San Antonio Abad, otorgándole el rango de Real al ser nombrado su
Hermano Mayor.
El rango de Archicofradía lo asume a
principios del siglo XIX, en 1824, por los privilegios que el Papa León XII concede
al sumarse entre los miembros de la Hermandad numerosos clérigos, otorgándoles
su participación en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. En 1854 se le
otorga por el Papa Pío IX el Guión celeste simbolizando la proclamación del
Dogma de la Inmaculada.
Su denominación de Madre y Maestra le
viene otorgada por ser imitada, tanto en sus fines como sus Reglas, por numerosas
Hermandades, siendo apoyada por numerosas Órdenes religiosas.
El acceso al templo se realiza a través
de un amplio compás de doble pórtico con columnas que sostienen un gran arco
enmarcando su portada de grandes molduras. Aunque también cuenta con otra entrada por la calle Silencio, que es por la que inicia su estación de penitencia.
La puerta de entrada a ese compás cuenta
con una pintura en el remate que representa a San Diego de Alcalá y a ambos
lados los escudos de las órdenes franciscana y dominica. En el atrio se
conserva una gran cruz de forja del XVIII y sobre ella un mosaico con la Inmaculada,
en este lugar se veneran distintos Santos, cómo Santa Rita de Casia, San
Cayetano y muy especialmente a San Judas Tadeo, aunque las imágenes no tiene
una especial significación artística, su devoción es grande congregando en su
alrededor a numerosos devotos.
Tras pasar por el arco nos encontramos
con la portada adintelada que da acceso al templo, unas pilastras compuestas
sostienen un frontón curvo, sobre ella se encuentra la doble espadaña decorada
con una cruz de forja, jarrones y azulejos cerámicos.
En su interior nos
encontramos con la primitiva planta, una planta rectangular de una sola nave,
cuya decoración se limita a las pilastras que dividen los cuatro tramos y la
moldura de la cornisa.
En la cabecera se encuentra el retablo
barroco de principios del XVIII, está atribuido a Baltasar de Barahona y está
compuesto por banco, un cuerpo con tres calles divididas por columnas
salomónicas y un ático.
En la hornacina central presidiendo todo el conjunto,
la magnifica imagen de María Santísima de la Concepción acompañada por San
Juan, la Sagrada imagen de la Virgen es obra del escultor Sebastián Santos
Rojas, adquirida por la Hermandad en 1954 para sustituir a otra más antigua,
con mascarilla de Cristóbal Ramos, que había sufrido graves deterioros con el
paso del tiempo, vemos en esta nueva imagen el desarrollo del mentón y las
aletas de la nariz dilatadas. La imagen de San Juan Evangelista es una talla
antigua de candelero, del siglo XVIII, Cristóbal Ramos la retocó. Esta escena
no se describe en los Evangelios, pudiéndose
dar en los apócrifos.
A ambos lados se encuentran sendos
arcángeles, aunque anteriormente se encontraban las imágenes de San Antón,
realizada por Ruiz Gijón en 1667 y el Beato Juan del Prado de finales del XVII
o principios del XVIII, aunque su autor se desconoce.
En el ático se encuentra
la cruz flanqueada por las imágenes de San Buenaventura y San Juan Nepomuceno.
El sagrario de plata que se encuentra en
el altar procede de la antigua parroquia de San Miguel. El presbiterio se encuentra
decorado con pinturas, del círculo de Juan de Espinal y a lo largo de los muros
laterales se ven pinturas en las que se ven Arcángeles, fueron pintados en 1700
por alguien cercano al estilo de Murillo.
En el muro izquierdo tras pasar el
magnifico púlpito nos encontramos con la Santa Cruz en Jerusalén, titular de la
Archicofradía, la Santa Cruz recibe Culto de Reglas en triduo anual que precede
a la Fiesta Principal de Instituto. Es la Cruz que porta el Nazareno en su
salida procesional, siendo el origen de la Hermandad, fue un regalo de los
caballeros Cervantes Carvajal y Cervantes Casaús que residían en Méjico, como
ya se ha comentado con anterioridad, es de madera noble y revestida de carey con
cantoneras de plata.
En el muro derecho se encuentra el retablo
de la Inmaculada del Alma Mía, una talla de vestir de Hernando Gilmann de
principios del XVII, esta imagen protagonizó el movimiento en defensa del Dogma
Inmaculado de 1615, año en que fue bendecida por el arzobispo Don Pedro de
Castro, su advocación le viene dada por un episodio vivido por el autor pocos
días antes de entregarla para ser bendecida, en el que su hijo cae desde el
balcón a la calle y el grita “Sálvalo Inmaculada del Alma Mía”, consiguiendo
milagrosamente que la caída no tuviera consecuencias para el menor, quedando
este nombre como advocación. Se encuentra flanqueada por las imágenes de San José
y la Virgen María, ambas tallas son de Martínez Montañés, realizadas en torno a
1607 y anteriormente se encontraban en unas repisas que hay en la nave. En el ático se encuentra la imagen del Niño Dios.
A
los pies se sitúa el coro y en el sotocoro vemos un retablo con la pintura de
la Virgen del Carmen de Eduardo Cano.
Cuenta con una bóveda de las denominadas
de pañuelo y decorada con pinturas de ángeles, nos encontramos con un tondo de enorme
interés de la Virgen con el Niño y San Juanito, obra realizada por algún
seguidor de Rafael de la escuela italiana hacia 1530.
A la derecha se encuentra el retablo de
San Antonio de Padua que ocupa su hornacina central, está tallado en madera y
es de autor desconocido, tiene a ambos lados dos santos franciscanos. El
sotocoro se completa con una serie de bancos, que pudieran ser los antiguos
sitiales de la primitiva Iglesia.
Al otro lado y en paralelo con esta nave
se sitúa la que fue primera capilla de la hermandad del Silencio, a la que
accedemos a través de dos arcos, en este corto pasillo se encuentran una serie
de lápidas que indican el reconocimiento y agradecimiento de la Hermandad por
aquellos hermanos más sobresalientes que hicieron posible que la Corporación
sea lo que hoy es.
Al entrar en esa nave nos encontramos con
una sobria decoración a base de molduras geométricas y toda una serie de
balcones a modo de tribunas.
En la cabecera se levanta el retablo neobarroco
diseñado por Alfonso Grosso en 1948, un diseño muy original realizado por Luís
Jiménez Espinosa, con la imagen central
de Jesús Nazareno abrazando la cruz de manera inversa, tal como aparece en las
antiguas iconografías según los criterios de interpretación de los artistas del
Renacimiento, es una imagen de Francisco de Ocampo de 1609, totalmente
anatomizada, es de madera de cedro, con encarnadura con la técnica del
pulimento, y está en posesión de la Hermandad desde principios del siglo XVII.
Se alberga en una especie de baldaquino hecho con el antiguo palio de plata del
paso de la Virgen de la Concepción.
A la derecha de esa cabecera se sitúa la
Cruz de Guía y en ese muro derecho el primer retablo que nos encontramos es el
dedicado a la Virgen de la Antigua, una pintura similar a la existente en la
Catedral, se encuentra flanqueada a ambos lados por las imágenes de San Joaquín
y Santa Ana.
A continuación otro de los retablos, en
este caso el dedicado a San José con el Niño, realizado a finales del XVIII por
algún seguidor José Montes de Oca.
Enfrente se ve el retablo de columnas
salomónicas del Cristo de la Buena Muerte, una extraordinaria imagen realizada
en pasta de madera, es obra anónima de principios del siglo XVIII. El retablo
se completa con dos magníficos Arcángeles tallados.
A lo largo de ambas naves nos encontramos
con extraordinarias pinturas sobre lienzo, como la de San Antonio María Claret,
hermano que fue de la Hermandad, la Crucifixión de Jesús o Jesús con la Cruz a
cuestas.
Ambas naves se comunican tanto por los
pies como por las cabeceras.
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