Está situada en la Calle Muñoz
León, 6 de Sevilla
El horario de misas es:
Jueves: 17:30 horas
Domingos: 13:00 horas
Anexa a la Puerta de Córdoba, en la misma muralla de la
ciudad, según la leyenda fue el lugar en el que el rey visigodo Hermenegildo
sufrió su prisión, aunque no se sostiene tal cual, ya que la muralla y la torre
puerta almohade son de la primera mitad del siglo XII, aunque muy posiblemente
esa leyenda haga alusión al edificio que anteriormente se situaría en ese
lugar. Para los que no sepan, que serán muy pocos, el porqué de haber sido
perseguido y condenado por su padre el rey Leovigildo, casado con Teodosia,
hermana de los santos Isidoro y Leandro, es que se enfrentó a su padre al
abrazar el catolicismo, contraviniendo el poder que legítimamente ostentaba
Leovigildo que profesaba el arrianismo, haciendo peligrar la unidad peninsular
del pueblo visigodo. Aún habiéndose opuesto a su padre, Hermenegildo gozó de
una gran devoción en Sevilla en los siglos XV y XVI, tanto es así que la
hermandad de su nombre fundada por Cristóbal Suárez de Ribera, del que se puede
ver en el crucero una copia del cuadro que le pintó Velázquez en el Museo de
BB.AA. de Sevilla, le dedica un hospital en la antigua calle Azofaifo, también conocido
como del Cardenal, por ser el Cardenal Cervantes el que lo realiza.
La Iglesia
se construye en 1603 y en 1616 se inaugura con toda solemnidad. Hasta aquí a
grandes rasgos la historia de este Santo y del templo dedicado a su figura.
La fachada es un tanto austera, mas parece formar parte
de una fortificación, destaca su portada y la espadaña que la remata. Esa
portada consta en su primer cuerpo de un hueco adintelado flanqueado por un par
de columnas, en el segundo una hornacina centrada entre pilastras y rematando
un frontón triangular partido que alberga uno de los lunetos.
Su interior de una sola nave alberga en sus muros laterales
distintos altares, la nave se cubre con bóveda de cañón y arcos fajones y
lunetos, el presbítero se cubre con una bóveda semiesférica sobre pechinas en
las que podemos escenas alegóricas con inscripciones, en la clave de dicha
cúpula aparece el escudo con los atributos del Santo.
El retablo Mayor de dos
cuerpos de tres calles y remate en madera de roble sin policromar, en el
primero se encuentra presidiéndolo San Hermenegildo, una imagen atribuida a
Martínez Montañés, aparece con la palma y los grilletes, elementos de su
martirio y prisión en la mano izquierda y la cruz en la derecha en esta ocasión
podemos ver un hacha clavada en la cabeza recordando cómo fue ejecutado, los
cuadros del XVII han sido realizados por Juan de Uceda, en el primer cuerpo
flanqueando al Santo se encuentra San Juan Bautista y las Santas Patronas,
Justa y Rufina, en el segundo cuerpo la Apoteosis de San Hermenegildo con San
Laureano y Santa Gertrudis a ambos lados y en el remate la Anunciación con San
Pedro y San Pablo. Por delante de ese retablo mayor se sitúan las imágenes de
San Pedro y San Pablo y la Virgen con el Niño.
A los pies y el testero derecho nos encontramos con el
retablo de la Virgen del Rosario que lo preside teniendo a ambos lados a San
Francisco de Sales y San Juan de Ávila.
En el testero de enfrente nos
encontramos con el retablo de San Fernando con Santa Catalina y Santa Inés.
Y a
continuación con el de San Juan Nepomuceno con San Antón y San Francisco
Javier. Todos estos retablos e imágenes son del siglo XVIII.
Desde los pies de la nave nos
adentramos en el lugar en el que se supone que el Santo sufrió su prisión, la
Puerta de Córdoba, un edificio que además servía de defensa y entrada a la
ciudad, además de ser la única de esa época que pervive. En la primera planta
aún podemos ver el pequeño oratorio con artesonado mudéjar de vivos colores en
lo que fue su prisión al no renunciar a su fe, un espacio de muy reducidas
dimensiones.
La condena a muerte se cumplió cuando tras negarse a
recibir la comunión de manos de un obispo arriano el trece de abril del año
585, elevando la cruz con la que aparece en su iconografía, el capitán
Sigisverto le da el golpe de hacha decapitándolo.
De este suceso existen ciertas discrepancias sobre el
lugar en el que se realizó, apareciendo Tarragona cómo lugar de los hechos,
parece que la cabeza y otras reliquias estuvieron en Sevilla expuestas por la
veneración que sentían los sevillanos por este valiente santo, hasta que en el
año 711 los musulmanes venciendo a su hermano Recaredo en la batalla del
Guadelete, inician su invasión. Hoy estas reliquias se encuentran en el
Monasterio del Escorial, lugar al que fueron trasladadas por Felipe II.
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