Aunque tras la Toma de la ciudad por Fernando III se
instauró el culto eucarístico en el patio de abluciones de la antigua aljama,
no sería hasta el siglo XVII cuando el arcediano de Carmona y canónigo de la
Catedral, Mateo Vázquez de Leca, toma la iniciativa de reclamar un templo en el
mismo lugar más decoroso para el Sagrario. La idea fructificó y en 1615 ya
estaban dispuestos los planos y tres años mas tarde, tras la cimentación se
coloca la primera piedra.
Esa primera piedra cuenta en cada una de sus caras con una
cruz cincelada y diversos versículos bíblicos alusivos al papel de la piedra
como signo divino de permanencia y fundamento sagrado del templo. A su vez se
tuvo especial cuidado de dejar una serie de objetos que identificarían la
época, cómo medallones de plata y bronce de las jerarquías reinantes, un juego
de monedas de la fecha y una plancha de plomo con una larga dedicatoria latina
completaban la precisa información sobre al acontecimiento, la transcripción de
la plancha dice, «Dedicada al Sacramento de la Sacrosanta Eucaristía, en el año
1618 ocupando la silla de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y de la católica
Iglesia, primera y angular piedra, el Smo. Señor nuestro Paulo V, y siendo Rey
de las Españas el poderosísimo y católico Felipe III y Arzobispo de esta
Iglesia Metropolitana el Ilmo. Sr. D. Pedro Vaca de Castro, el Deán y Cabildo
de la misma Iglesia, administradores de su fábrica, decretaron y cuidaron de
edificar sagrario, asistiendo presentes, los cuales Señores, el Ilmo. Arzobispo
puso y colocó, según la costumbre sagrada y rito, esta piedra, en el día 23 de
junio de dicho año».
El proyecto contemplaba una planta de cruz latina y el crucero cubierto con una bóveda con linterna, fue dirigido por el maestro mayor de la
Catedral, Miguel de Zumárraga, Alonso de Vandelvira y el ingeniero militar
Cristóbal de Rojas. Constaba de una única planta con su pequeño crucero,
inspirada en la antigua iglesia del Hospital de las Cinco Llagas, una
maravillosa obra de Hernán Ruiz II, su fachada estaría acorde con la Catedral a
la que estaría adosada, inspirándose en este caso en el Monasterio del Escorial.
Esta fachada, un tanto monótona, cuenta con marcos de ventanas ciegas con
pequeñas orejetas en su dos primeros cuerpos y en el tercero serán abiertos
para dotar de iluminación a su interior y dos modestas y sencillas portadas, la
del Patio de los Naranjos, un vano entre pilastras y la de la Avenida entre
pares de columnas dóricas, existe una tercera a los pies de la nave mas labrada
y barroca de Pedro Sánchez Falconete que comunica con el interior de la
Catedral, su vano se enmarca con pares de columnas de orden corintio destacando
el extraordinario ático pétreo con el templete central que cobija al Rey Santo,
Fernando III y en los extremos a las Santas Patronas Justa y Rufina y los
Santos obispos Isidoro y Leandro, todos ellos esculpidos por Alonso Martínez.
Además de dignificar un lugar para el culto eucarístico se
tuvo en cuenta la previsión funeraria que despertaría el lugar. La cripta se
planteó como un enorme panteón con una superficie igual a la planta del templo,
reservando para el enterramiento de los arzobispos de Sevilla, la zona del
presbiterio y el crucero, el resto del espacio estaría destinado a los
feligreses en general.
La ornamentación de las yeserías y estucos fue realizada en
1652 por los hermanos Pedro, Pablo y Miguel de Borja. El proyecto inicial de la cúpula
se vio modificado para ganar en seguridad, se redujo su altura suprimiendo la
linterna, reforzamiento de pilares y eliminación de toda figura alegórica.
La decoración de las tribunas del templo fue esculpida en
1657 por José de Arce, consta de las ocho grandes figuras que aparecen
emparejadas, representan a los Evangelistas y los Padres de la Iglesia, en el
lado del Patio de los Naranjos, aparecen las figuras de San Mateo y San Gregorio,
le siguen San Lucas y San Jerónimo, en el frente opuesto se encuentran San Juan
y San Agustín y a continuación San Marcos y San Ambrosio. Una decoración que
expresa perfectamente la expresión plástica barroca.
A los pies aparece un altorrelieve de Pedro de Borja que
representa la Alegoría Eucarística datado en 1657 carente de calidad artística,
por encima de este grupo escultórico se encuentra una triple vidriera de
1662 de Juan Bautista de León, en ella
se ve representada la Custodia de Juan de Arce y a ambos lados las jarras de
azucenas.
El retablo mayor se vio limitado por el peso que se añadiría
a la zona del presbiterio lo que motivó su tardanza, hasta que el Cardenal
Manuel Arias y Porres ordenó la construcción de un retablo acorde con la
grandeza del espacio catedralicio. Dicho encargo se le encomendó en 1706 al
ensamblador Jerónimo Balbás y al escultor Pedro Duque de Cornejo, dándolo por
terminado en 1712. El retablo resultante fue grandioso, ocupaba todo el frente,
los laterales y la bóveda del presbiterio, pero el paso del tiempo dio la razón a
los que pensaban que ese exceso de peso no lo soportaría la cimentación y
determinadas voces en contra del cambió estilístico, motivaron que en 1824 se
ordenara su destrucción y algunas de sus imágenes estuvieron abandonadas en las
tribunas altas del templo, tan solo un relieve de San Clemente se conserva como
remate del retablo mayor actual, sin embargo nos queda el consuelo de que en la
Capilla Mayor de la Catedral de México, existe un retablo similar de Balbás
perfectamente conservado.
Con el derribo del antiguo Convento Casa Grande de San
Francisco en 1840, el retablo de su Capilla de los Vizcaínos, una obra de Dionisio de Ribas realizada entre 1665 y 1669, fue trasladado
para ocupar el testero pétreo vacío del presbiterio de la Iglesia del Sagrario,
el magnifico grupo escultórico de Pedro Roldán, el Descendimiento de Cristo, un
altorrelieve de 1666 refleja la gran expresividad de sus personajes en la
escena desgarradora del momento en que la Madre de Dios recoge el cuerpo inerte
de su Hijo. La policromía del grupo de Valdés Leal le confiere un gran
dramatismo. El conjunto se encuentra perfectamente encuadrado en el retablo
realizado entre 1664 y 1669 por Francisco Dionisio de Ribas. En el ático aparece la imagen de la Verónica y como se ha dicho anteriormente en el remate se encuentra el relieve de San Clemente.
El friso inferior del Descendimiento representa la Sagrada
Entrada en Jerusalén, un encargo realizado en 1860 al escultor Vicente
Hernández para armonizar el conjunto, este ancho panel además cuenta con dos
tondos con los bustos de San Pedro y San Pablo. El Sagrario de plata repujada
es relativamente reciente, de 1945 de los orfebres Fernando y Antonio
Marmolejo.
Los ángeles lampadarios del presbiterio son dos magníficas
esculturas de finales del XVII del círculo de Pedro Roldán. El presbiterio se
completa con el órgano de tamaño mediano de 1889 de Juan de Bono, Dos cuadros
de J. A. Rodríguez de 1952 representando a San Pío X y San Juan de Ribera se
encuentran en el testero derecho, la barandilla de bronce que lo separa del
crucero es de 1800 y en el suelo se encuentra la lápida sepulcral del impulsor
de la construcción del templo, el Cardenal Arias y Porres fallecido en 1717.
A ambos lados del crucero se encuentran dos extraordinarios
retablos de mármol, su realización se debe al expreso deseo testamentario del
Arzobispo Luís Salcedo y Azcona. El albacea encargado de hacer realidad ese deseo
fue el canónigo Miguel Antonio Carrillo. El mármol fue tallado por Manuel Gómez
y las esculturas son de 1749 de Cayetano de Acosta. Otro benefactor, fray Pedro
de Tapia, arzobispo de Sevilla entre 1649 y 1652, donó una gran cantidad de
imágenes al Sagrario así como contribuyó a sufragar los gastos de la
construcción del templo con el único interés de ser enterrado en el panteón
destinado a los arzobispos hispalenses.
Entre las imágenes que donó se
encuentran el Crucificado en madera tallada y la Magdalena arrodillada a sus
pies, ambos del portugués Manuel Pereira que presiden el retablo del brazo
izquierdo del crucero, flanqueando esa hornacina central se encuentran San Juan
Nepomuceno y San Cayetano, en el ático se encuentra San Luís de Francia con una
flor de lis en la mano derecha y el báculo en la izquierda, en el centro del
banco se encuentra el busto de una Dolorosa, todas ellas esculpidas en mármol
por Cayetano de Acosta.
En el retablo del lado derecho del crucero aparece la imagen
en madera de la Virgen con el Niño, la Virgen del Rosario sobre un trono de ángeles, a ambos lados se
encuentran los arcángeles San Gabriel y San Rafael y en el ático otro arcángel,
San Miguel. Estos arcángeles esculpidos en mármol también se deben al escultor
Cayetano de Acosta, en el banco vemos al Niño Jesús sentado sobre una piedra, recostado en una columna truncada con la calavera a sus pies, está con actitud pensativa, ante la Pasión que le llegaría.
El púlpito marmóreo que se encuentra en el lado izquierdo al
comienzo del crucero procede del extinto Convento de San Francisco, es una obra
de los marmolistas estepeños Juan Antonio Blanco y Julián de Villar, está
realizado en mármol coloreado y cuenta con paneles en cuyas hornacinas aparecen
una serie de santos, el tornavoz contiene arbotantes con rocalla de finales del
XVIII.
Las capillas laterales carecen de iluminación natural
directa, por ser espacios reducidos con poco fondo y altura, la ornamentación es
sobria y por ello los retablos se suelen repetir, son como arcosolios poco profundos
en los que se insertan hornacinas flanqueadas por columnas salomónicas y
estípites, aunque no en todas se repite esta composición.
La primera capilla de la epístola empezando por el crucero
es la de la Virgen del Rosario, una imagen de Manuel Pereira, entregada al
templo en el legado del arzobispo dominico Pedro de Tapia en 1657 al igual que las
de los retablos del crucero. El retablo que la contiene es uno de los mejores
del templo, posiblemente fuera tallado hacia 1670, es de tipo arcosolio como se
ha comentado anteriormente y está flanqueado por columnas salomónicas, en el
banco los paneles están perfectamente tallados.
La imagen de la Virgen cuenta con un abundante ajuar
plateado y el camarín adornado de rocalla y espejos incrustados, se encuentra entre
las imágenes de finales del XVII de San Juan Evangelista a la izquierda y Santo
Domingo a la derecha. En el ático vemos un relieve de gran calidad de la
entrega del rosario a Santo Domingo, realizado por la escuela de Pedro Roldán. A continuación nos encontramos con la puerta que da acceso al Patio de los Naranjos, solo se abre en ocasiones muy especiales.
Tras pasar esa puerta vemos la capilla de San Antonio, en su retablo intervino de alguna
manera Bernardo Simón de Pineda, quizás en algún arreglo. La imagen del Santo muy posiblemente sea de Juan de Arce o de su círculo mas cercano de mediados del
XVII, aparece como es habitual con el Niño en brazos, a resaltar la tela del
hábito en la que se nota la textura de la estameña franciscana. El rostro
refleja la sensación de gozo del momento contemplativo ante la presencia del
Niño. En el ático aparece la magnifica imagen del arcángel San Miguel con su
espada flamígera y el manto que le cae con gran profusión de pliegues, también
destacan los ángeles que apoyan el frontón con volutas realizados a finales del
XVII y posiblemente por Francisco Dionisio de Ribas.
Le sigue la Capilla de la Inmaculada, hoy capilla
Sacramental, está presidida por el templete con el Niño Jesús, imagen de 1606
de Juan Martínez Montañés, esta imagen sirvió de modelo iconográfico y
considerada una obra maestra del arte religioso.
En sus paredes cuelgan cuadro
de indudable calidad, el Cordero místico sobre el Libro de los Siete sellos y
el león tendido revoloteando abejas a su alrededor. Ambos cuadros simbolizan el
discurso teológico de las fiestas religiosas locales.
La última capilla de este lado es la de Santa Bárbara, tiene
uno de los retablos mejor conservados, como los anteriores es de madera, en
este caso es muy tupido y realizado alrededor de 1690. La imagen de Santa
Bárbara aparece con la Torre, en este caso reproduce la Torre del Oro,
simbolizando el martirio que sufrió estando en prisión. La Santa aparece con
amplias y ricas vestiduras y una llamativa policromía. Está flanqueada a la
derecha por Santa Elena con la Cruz de Cristo y al otro lado otra Santa,
posiblemente sea o Santa Teresa o Santa Rita, pero no está nada claro. En el
ático un relieve de Santa Ana con la Virgen.
Tras esta capilla nos encontramos a los pies de la nave y la
puerta de acceso a la Catedral, su belleza estilística se encuentra en el
frente que da a la Catedral y que se explica en la entrada del blog “las
Puertas de la Catedral”. Nos volvemos al crucero y la primera capilla del
Evangelio es la del Cristo de la Corona, su titular, un Nazareno portando la
cruz como era habitual en el siglo en el que fue concebido, es de talla
completa de la segunda mitad del XVI, en el centro del banco se encuentra una
Dolorosa arrodillada y en las calles laterales los jesuitas San Luís Gonzaga a
la derecha y San Francisco Javier a la izquierda.
El retablo es neoclásico de
columnas corintias pareadas en mármol polícromo. En los muros cuelgan dos
cuadros que representa a San Hermenegildo y San Fernando, ambos de Ángel
Saavedra de mediados del XIX.
A continuación se sitúa la capilla de San Millán, con un
retablo en madera sin policromar de mediados del XVIII, con estípites y
decoración de acantos y flores, en el centro se encuentra su titular del XVIII sentado,
con el báculo en su mano izquierda y con la derecha en actitud de impartir la
bendición, a ambos lados aparecen las imágenes de Santa Catalina con la rueda
de su tormento, la Inmaculada, Santa Gertrudis y San Roque, en el banco un
relieve del martirio de San Pedro de Arbués y en el ático un relieve de la
Trinidad.
A esa capilla le sigue la de San José, su retablo de finales
del XVIII contiene tres calles separadas por columnas pareadas salomónicas,
presidiéndolo se encuentra la imagen de San José con el Niño atribuido a Pedro
Roldán, en las calles laterales están San Simón y San Judas, en el banco la
imagen en un fanal del Buen Pastor Niño rodeado de ovejas de 1738. La
decoración se complementa con pinturas de distintas escenas de San Nicolás.
La última capilla de este lado tras la puerta que da a la
Avenida es la de Santa Justa y Santa Rufina, hoy las imágenes de las Santas de
la segunda mitad del XVIII se encuentran en las calles laterales del retablo de estípites
atribuido a Luís de Vilches de 1736 está presidido por el Sagrado Corazón de
Jesús, una imagen procedente de la Catedral, en el banco hay un fanal con la cabeza de Cristo
del siglo XVII de cierta calidad artística.
Tras este recorrido por el interior del templo nos
encaminamos a la Sacristía, se encuentra en la nave del lado norte del Patio de
los Naranjos, de tal manera que ya en el siglo XVII se habilitó la zona mas
cercana al presbiterio para la custodia de los vasos sagrados y enseres para el
culto litúrgico y el resto hasta la Puerta del Perdón se dividió en despachos y
habitaciones para el servicio.
El patrimonio que se guarda en esta estancia es
principalmente pictórico y mobiliario de cierto interés, algunos de estos
cuadros proviene del extinto convento de San Francisco. Destaca el zócalo de
azulejos de esta estancia, azulejos de 1657 de Diego de Sepúlveda, contiene
diseños geométricos propios de la tradición mudéjar.
Las pinturas que cuelgan
de sus muros son muy interesantes, de Francisco de Herrera el Mozo, es el
Triunfo de la Eucaristía, realizado 1656, un conjunto de obras de Matías de
Arteaga de 1691, Elías y el Ángel y la Adoración del Cordero místico.
Las
amplias cajoneras para guardar el rico vestuario del culto están adornadas con
el escudo del Cabildo, la Giralda y las jarras de azucenas.
Buenas tardes. He podido ver en las imágenes generales que el cristo de la corona está en el altar mayor, correspondientes al primer altar de Quinario que se realizó en el Sagrario y del que yo fui artífice como prioste. Tendría alguna fotografía más de dicho altar? Espero su respuesta en mi mail mariomartin81@hotmail.com . Un saludo
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